Cuando
Alberto (colega de curro) me pide que le acompañe al teatro la tarde del sábado y miro este cartel, estuve en un tris de decirle que no. Por qué harán estos carteles que dan la impresión que vamos a ver alguna obra ñoña. Nada más lejos de la realidad. Están en el
Teatro Bellas Artes.
María Galiana y
Juan Echanove son dos grandes actores que yo he descubierto. Supongo que el mundo entero ya lo sabrá. Los dos han coincidido en la serie televisiva
Cuéntame, nunca he visto ni un solo capítulo, pero según dicen está bastante bien. De todas formas,
Echanove debe haber actuado en cincuenta mil películas, series de televisión, teatro... Empezó muy joven, a diferencia de
Doña María que comenzó a trabajar en la farándula, profesionalmente, ya jubilada como profe de Historia en un instituto. Como un cuento de hadas, cuando crees que tu vida va a ser un poco más aburrida, le das la vuelta y, ¡hala!, te dan un
Goya, en este caso, por la película
Solas, de
Benito Zambrano.
Ellos dos solos en escena y no necesitan más.
El decorado, la cocina de mamá, con ese árbol que se ve detrás de la ventana, todo un acierto. Yo estuve sentada muy cerca del escenario, así que, disfruté de todo.
La obra fue escrita por el difunto
Santiago Carlos Oves y adaptada por
Jordi Galceran (El método Grönholm). Además,
Juan Echanove la dirige. Ya había dirigido en otra ocasión teatro y la segunda temporada de la serie de televisión
Turno de oficio. Ésta la tengo en casa (como es de abogados, alguien de la familia la compraría), las dos temporadas, la primera la dirigió
Antonio Mercero (el culpable de
Verano Azul). Un domingo por la tarde vi de una tacada unos cuantos capítulos.
No he hablado del guión a propósito. Prefiero que lo descubráis por vosotros mismos, solo deciros, que es absolutamente actual, y la solución dada al asunto, me gustó especialmente. Tal vez diez minutos más de diálogo. Pero bueno, no quiero contaros nada, pero no me resisto, ver a
Echanove en la lluvia y llorando, allí con la mano en el cristal, como un niño, pues, que va a pasar, que yo también me puse a llorar, después
la profe, bueno, para qué voy a decir más, hay que verlo. Como una magdalena acabamos todos.
En fin, quienes tengáis oportunidad, ir al
Bellas Artes, aplaudir y aplaudir, hay que volver a levantar el telón, cosa que el sábado no ocurrió, imperdonable, hay que aplaudir más, el esfuerzo de estos dos actores así como su complicidad, que parecen madre e hijo de verdad, hay que recompensarla. Por cierto, es bastante más cercana que la película en la que está basada, y mucho mejor. La escenografía y el vestuario es de
Ana Garay y la iluminación de
Juan Gómez-Cornejo
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Juan Echanove |
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